¡No nos gusta el Capitán Morcilla! es un fascinante documental dirigido por Ángel Tirado, uno de los miembros del equipo original detrás del icónico videojuego «Capitán Sevilla», que se lanzó en 1988. Con una duración de 64 minutos, este documental se sumerge en la vibrante historia de la Edad Dorada del Videojuego Español, un periodo donde la creatividad y la innovación florecieron en un entorno lleno de desafíos y oportunidades.
El título del documental hace referencia al nombre original del juego, «Capitán Morcilla», que surge de un cómic creado por Tirado durante sus años de instituto en 1984. Este pequeño detalle no solo ilustra el espíritu «juguetón» que impregnaba la época, sino que también destaca el camino que llevaron estos jóvenes soñadores para transformar sus ideas en un producto tangible y exitoso. A través de entrevistas con figuras reconocidas del sector, como Gonzo Suárez, Jaume Esteve, Spidey, Daniel Celemín, Luis García Ventura y Manuel Pazos, el documental ofrece un recorrido nostálgico y revelador sobre cómo un grupo de adolescentes logró publicar su videojuego con una de las compañías más influyentes de la época: Dinamic.
Los testimonios desnudan las luchas, los éxitos y los fracasos que vivieron durante el proceso de creación, brindando una visión íntima de la pasión que impulsó a estos pioneros de la industria. Además, el documental explora el contexto cultural y tecnológico de la época, donde la llegada de las computadoras personales y los primeros sistemas de videojuegos marcaron un punto de inflexión en la historia del entretenimiento en España.
A través de anécdotas, imágenes de archivo y fragmentos del propio videojuego, «¡No nos gusta el Capitán Morcilla!» no solo rinde homenaje a una época dorada, sino que también invita a las nuevas generaciones a descubrir el legado de aquellos que, con esfuerzo y creatividad, sentaron las bases de lo que sería la industria del videojuego en España. Este documental es un viaje emocional que celebra la historia, la camaradería y la innovación, recordándonos que, a veces, los sueños de los adolescentes pueden convertirse en realidades que perduran en el tiempo.